Pero, ¿y qué tiene esta semillita en su interior para ser capaz de convertirnos en auténticos superhéroes? Desde luego, su gran capacidad antioxidante es una de las claves, debido a compuestos bioactivos tales como los ácidos clorogénicos (CGA), ferúlicos, cumáricos, la cafeína, el cafestol, la trigonelina, el kahweol entre otros, así como antioxidantes producidos durante el proceso de tostado como las melanoidinas y otros compuestos de la reacción de Maillard. De hecho, tiene más antioxidantes que la mayoría de frutas y vegetales, y no es extraño pensar que uno de nuestros mayores aportes de cafeína diaria provenga del café para los que tomamos varias tazas al día.
Ahora bien, muchas veces tanto el tipo de grano de café como la trazabilidad poco cuidada a lo largo de toda la cadena de valor (cultivo, recolección, procesamiento, tostado…) junto con una cantidad excesiva de edulcorantes añadidos que empleamos para tomarlo, pueden jugar en contra de esta maravillosa medicina que no deja de ser la semilla de una fruta.
El café de especialidad sigue una trazabilidad muy controlada, en la cuál no se permite ningún defecto de la muestra de café en verde, y los granos son recogidos manualmente en su punto óptimo de maduración. Esto está garantizado por la SCA (Specialty Coffee Association).
A continuación, explicamos aquellos factores que pueden influir a lo largo de la cadena de valor en que la bebida que vayamos a disfrutar sea lo más saludable posible y qué nos aporta en este sentido un café de especialidad frente a uno comercial.
Tipo de grano
Los dos tipos de grano, arábica y robusta, se cultivan a diferentes alturas y contienen niveles de cafeína más elevados. El café arábica contiene menos micotoxinas porque el moho que las produce está muy poco adaptado a las alturas. El robusta puede llegar a tener el triple de cafeína, por lo que tomando varias tazas de café robusta al día es más sencillo sobrepasar la dosis de cafeína diaria recomendada o la que una persona en particular puede tolerar.
Cultivo, selección y procesamiento
Caficultores profesionales educados en buenas prácticas de cultivo, cuándo utilizan el método de recolección “picking”, recogen exclusivamente las cerezas de café que se encuentran en su punto óptimo de maduración una a una de forma manual. Este hecho evita los dolores de estómago (acidez) y retortijones habituales que provocan los cafés comerciales porque los granos han sido recogidos sobremaduros.
Tras la recolección del grano, ahora toca procesarlo para finalmente obtener la semilla limpia (“grano en verde”), almacenarlo y llevarlo al tostador. Este procesado varía de acuerdo con el país y el tipo de cultivo, entre otros factores, y transforma la cereza en un producto seco, listo para el proceso de trilla. El método de procesamiento húmedo o lavado constituye un trabajo arduo y artesanal, pero es el que permite eliminar mayor número de impurezas y micotoxinas.
La manera en la que se haya cultivado, seleccionado y procesado el café dará lugar a una muestra de granos de café con mayor o menor número de defectos. Algunos de los defectos que podemos encontrar son el grano infectado por la plaga de la broca, granos con hongos o moho, partidos, granos que contengan ramas o piedras, entre muchos otros. Seguro que te has encontrado alguna vez cerezas rotas, podridas, más maduras, menos maduras, ¿verdad? Pues estos defectos podemos encontrarlos en todos los cafés comerciales y dejan malos sabores en taza como moho, podrido, agrio…
En este sentido, para que un café sea catalogado como de especialidad, esta muestra no puede contener ningún defecto de los denominados “primarios” (ver tabla debajo), mientras que un café comercial puede tener entre 15 y 86 defectos, aproximadamente.